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Director General: Armando Santibáñez Olivera





Estados
19 may 2025
Ritual del corte de la flor de coroz
Roselia Chaca / Tinta Brava
Juchitán , Oaxaca .- De todas las regadas tradicionales que se realizan en Juchitán, la de Guie’ Cheguigu’ (Flor de Cheguigo) tiene una particularidad, la aromática flor de coroz que cargan más de cien hombres que participan en ella , la cortan dos días antes como parte del ritual comunitario que los lleva hasta un ejido ubicado casi a los límites con Veracruz.
De madrugada
Mientras una parte de los habitantes de Cheguigo (Del otro lado del río) sale alegre de la Vela Biadxi (Vela del Ciruelo) y la otra duerme, un grupo de 40 hombres jovenes y de mediana edad ( la tarea pesada lo amerita) se reúnen a las 4 de la madrugada en la casa del presidente de la Sociedad de la Regada de Guie’ Cheguigo para participar en el ritual del corte de la flor del coroz en el ejido de Donají, a hora y media de Juchitán.
Los participantes no cargan más que unos puntales de acero de 3 metros con una cuchilla curva al final, elaborados especialmente para este corte por un hacedor de carretas. Todos son transportados en redilas, camionetas y los vehículos que se sumen, mientras la luz del sol los va sorprendiendo en el trayecto.
Meses antes, el Señor Alberto Sánchez Ruiz, presidente de la Sociedad de la Regada de Guie’ Cheguigu’, realizó los trámites de permiso con el dueño del predio donde se realiza el corte y contrató al guía que los ayuda agilizar la ubicación de las vainas del coroz.
Después de adentrarse por diez minutos en un camino terracero fuera del pueblo de Donají, se llega al primer punto de corte. Allí, comienza la convivencia, el mayordomo de la regada ofrece un desayuno tradicional antes de comenzar la pesada jornada. Después se organizan en varias cuadrillas y se adentran en una zona de lomerios.
El corte
Don Alberto Sánchez de 76 años y Don Rogelio Martínez de 81 años , son los participantes de mayor edad en el grupo y expertos en el corte, por lo tanto, guían a las cuadrillas ubicando las vainas y verificando que todo se realice con orden sin invadir terrenos prohibidos.
La zona de ganadería está cubierta de palmeras frondosas , que llegan alcanzar entre 4 y 6 metros de alturas. Entre las palmas escondidas están las vainas de metro de largo y unos 60 centímetro de diámetro los más robustos, así que se busca la forma de que no caigan de costado para que el golpe no las reviente, se requieren cerradas para que la flor dure hasta el día de la regada y la fiesta.
“El corte tiene su gracia, requiere fuerza e ingenio . La navaja primero da el primer golpe a la rama de la vaina y la dobla, luego se da un segundo o tercer corte para hacerla caen de punta o de lado , se evita que caiga directo porque se rompe y al exponerse la flor ya no aguanta para que sea exhibida y aromatice la enramada de la fiesta que se realiza un día después de la regada” explicó Alfonso Castillo , con tres años consecutivos participando en el corte.
Los participantes más jóvenes se ingenian de ditintas maneras el corte, algunos construyen con sus cuerpos pirámides para alcanzar las vainas más escondidas y de más altura . El corte es muy pesado, las más difíciles duran hasta 10 minutos, los accidentes se registran pero no desaniman , tienen que lograr un mínimo de 300 vainas de coroz antes de que el sol los haga sudar más.
Después de tres horas de pesada jornada en tres predios, concentran todo lo recolectado en un punto, para luego hacer los cortes necesarios a las vainas y colocarlas en una redila, las rajadas se amarran para evitar su total apertura.
El ritual del corte concluye con una segunda convivencia en medio del campo. La música de Guie’ Cheguigu’ alegra la pesada mañana y aminora los adoloridos cuerpos . Un guisado de conejo y unas cervezas devuelven la fuerza para emprender la retirada, mientras todos lanzan vivas a San Vicente , al barrio de Cheguigo y a su colorida regada de flores.