
📅 miércoles, 17 de diciembre de 2025, 05:50:33
Director General: Armando Santibáñez Olivera




Estados
31 mar 2025
¡Dxe’ca ca! ¡Dxe’ca ca!
Bidxelacabe ti guie, rului’ni ti nguiiu. Ra lídxi Ta Romualdo nexhení.
¡Muchachos! ¡Muchachos!
Encontraron una piedra, se asemeja a un hombre. Está tirada en casa de Don Romualdo.
Así recuerda Inés a los niños de su barrio dando la noticia del monolito que sus hermanos Cándido y Luis encontraron en la zona agrícola del sur de Juchitán y que colocaron en el patio de la casa de su padre Romualdo.
Inés Toledo López tenía 17 años cuando el acontecimiento cambió la rutina de su hogar en el Callejón Excélsior de la Quinta Sección.
Esta alfarera zapoteca de 80 años recuerda claramente la tarde del viernes 15 de julio de 1960, cuando los niños que salían de la escuela se convirtieron en pregoneros, fueron los primeros en verificar la noticia y esparcirlo en todo el pueblo.
No tardó mucho, la gente se arremolinó en su casa, venían de todos los rincones de la ciudad, aquella piedra de más de 2 metros de alto y 60 centímetros de ancho los impresionaba, era un milagro, una divinidad.
Por la noche, los vecinos de Inés no salían del asombro, uno de ellos, Vicente “Nisaluna” (Vicente “El Sudoroso”), le propuso a Don Romualdo meter la pieza a la casa y colocarle a sus pies una jícara, la piedra le daría dinero, el campesino aceptó.
Al segundo día del hallazgo, el monolito de casi dos toneladas de peso fue cargado por ocho hombres e instalado en medio de la casa, para entonces, eran cientos de personas de toda la región haciendo fila para verla. Para evitar la aglomeración, la familia rompió la pared de lodo de la casa continua, así, entraban por una y salían por otra.
Muchas de las personas que llegaban con flores y veladoras, además de llorar y pedir favores a la piedra, solicitaban a Don Romualdo la explicación en español del hallazgo, así que la familia contrató a otro vecino, para narrar cómo su hermano Cándido hizo el descubrimiento.
Según los recuerdos de Inés, su hermano Cándido, el mayor, encontró la piedra mientras afilaba su machete en la labor de su padre. Llamó a Luis y comenzaron a desenterrarla, al no lograrlo, fueron por Don Romualdo, que tampoco pudo, así que pidieron ayuda a los vecinos.
Después de mucho trabajo sacaron al personaje de piedra y lo transportaron en carreta hasta su casa.
El monolito estuvo recibiendo visitas durante 15 días, hasta que se enteró el Presidente Municipal y se apersonó a la vivienda para reclamar la pieza, la familia no se opuso, le permitieron llevársela con la condición de entrar por ella con sólo dos policías, lo que fue imposible. Molesto la autoridad, dio parte al gobierno federal y éste envió a una docena de soldados para llevarse la piedra.
Inés no borra la imagen del monolito en un camión del Ejercito Mexicano cubierto con tres lonas, a su padre el gobierno sólo le dio 500 pesos por cuidarla. Después de que el INAH resguardara el monolito zapoteca, fue entregado al Museo de Antropología e Historia de la Cuidad de México y está exhibido en la sala dedicada a Oaxaca.
*Recreación de la entrevista realizada a Inés Toledo en su casa el 31 de octubre del 2022
Roselia Chaca